El equipo de Cañete ha revisado en los últimos meses toda la cadena alimentaria para ver en qué punto se desperdicia más y tiene casi listo el informe sobre el que se basará la nueva normativa. La modificación no solo afectará a las fechas de caducidad, sino también al envasado, pues las nuevas tecnologías de conservación “pueden hacer que la vida útil de los alimentos se amplíe”, según el ministerio.
Las fechas de vida útil de los productos las decide el propio fabricante, en base siempre a las pautas generales de seguridad que fije la normativa. El Gobierno cree, según dijo el propio Cañete, que algunos de sus criterios no atienden tanto a la seguridad o la calidad como a la estética, lo que conduce a un derroche que debe reducirse. Según el ministro, hay restaurantes, hogares y tiendas de alimentación que tiran o retiran alimentos porque estéticamente no tienen una buena apariencia, "pero que se pueden comer perfectamente". Un comportamiento que el Ejecutivo pretende cambiar con la nueva regulación.
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